
La naturaleza humana, de Jesús Mosterín (Austral) 10 hombres y mujeres Cuestión de palabras La literatura española y francesa sobre el sufragio universal se prestan a veces a confusión por la ambigüedad con que usan las palabras ‘hombre’ y homme. Cuando se lee que en tal año obtuvieron el derecho al voto todos los hombres, o se estableció el principio de “un hombre, un voto”, no queda claro si el autor se está refiriendo a todos los seres humanos o solo a los hombres (a los seres humanos machos). La declaración de los derechos de l’homme et du citoyen (del hombre y del ciudadano), promulgada por la Asamblea Nacional francesa el 26 de agosto de 1789, se refiere unas veces al ser humano en general, al humán, y otras (las más) al ser humano macho, al hombre, con exclusión de la mujer, pero en ambos casos emplea el mismo sustantivo homme. De hecho, el sufragio universal para todos los hombres se estableció en Francia en 1848, mientras que el sufragio universal para todos los humanes (hombres o mujeres) tuvo que esperar hasta 1944. En España, el sufragio de todos los hombres se introdujo en 1891 y el de todos los humanes, en 1931, trece años antes que en Francia. Todavía antes que en España se consiguió el sufragio universal para todos los humanes en Gran Bretaña, en 1928, gracias a la campaña llevada a cabo por las sufragistas. Y todavía más tarde que en Francia se obtuvo en Suiza, en 1990, cuando los últimos cantones recalcitrantes admitieron el voto femenino. La mayor parte de las lenguas del mundo (incluido el griego, el latín, el sánscrito, el hebreo, el chino, el japonés, el ruso, el alemán, el holandés, el quechua y un largo etcétera) distinguen los dos conceptos, el de humán y el de hombre, pero el francés y el español no lo hacen, lo cual es un defecto, que aquí hemos subsanado echando mano del morfema castellano human-, que aparece en palabras como ‘humano’, ‘humanidad’, ‘humanizar’ y ‘humanamente’, y convirtiéndolo en el sustantivo humán, que rima con orangután. La forma plural de ‘el humán’ es ‘los humanes’, según la regla habitual. En español actual, ‘hombre’ casi siempre se refiere al humán macho, al varón (término que ha caído en desuso, pues ‘hombre’ ha ocupado su campo semántico). Un hombretón es un hombre grande. La hombría es la cualidad de ser hombre. Una mujer hombruna, una mujer que parece un hombre, no es lo mismo que una mujer humana. El conjunto de las mujeres constituye el mujerío. Un rasgo de las mujeres es mujeril. Un hombre que anda detrás de las mujeres es un mujeriego. La naturaleza humana es la naturaleza del humán. El conjunto de los humanes constituye la humanidad. Lo humano es lo que atañe al humán. El humán macho es el hombre y el humán hembra es la mujer. En griego, humán se dice ánthropos, de donde proceden nuestras palabras antropología y antropocéntrico. Hombre se dice anér, y en genitivo, andrós, que da lugar a andrólogo y andrógeno. Mujer se dice gyné, y en genitivo, gynaikós, de donde proceden ginecólogo y gineceo. En latín, humán se dice homo, que a su vez procede de humus, tierra, pues el ser humano es terrestre, por oposición a los dioses celestes. De humus se deriva en español inhumar y humilde. Hombre en latín se dice vir, de donde procede viril y virtud. La virtus (virtud) es la fuerza del hombre, la hombría. Mujer se dice mulier o femina. En sánscrito, humán se dice mānuṣa, hombre se dice nara y mujer, strī. En alemán, humán es Mensch, hombre es Mann, y mujer es Frau o Weib. Un filósofo alemán jamás confundiría los derechos humanos con los derechos del hombre. Cuando Kant dice que todas las preguntas filosóficas se reducen a la pregunta por la naturaleza humana, Was ist der Mensch? (¿Qué es el humán?), no está defendiendo una tesis machista. Los filósofos griegos y alemanes distinguen siempre tajantemente entre humán (ánthropos, Mensch) y hombre (anér, Mann). Los traductores que planchan sus textos, traduciéndolo todo por hombre, eliminan importantes matices y prestan un flaco servicio al lector. En chino, humán se dice rén, hombre se dice nán y mujer, nŭ. Los turistas que visiten China harían bien en aprender los tres signos correspondientes, a fin de distinguir entre los lavabos o retretes para humanes (en que pueden entrar hombres o mujeres indistintamente) de los dedicados específicamente a los hombres o a las mujeres. En japonés, humán se dice shitó, hombre se dice otóko y mujer, ónna. La distinción entre humán y hombre también está clara en coreano (sarám y sané), en tagalo o filipino (táo y laláki), en quechua (runa y qari), en hebreo (ben-Adam y geber o ish), en ruso (человéк y муж), etc. Machos y hembras Los miembros de la mayoría de las especies animales se dividen en dos sexos complementarios, los machos y las hembras, que combinan su material genético en la reproducción sexual. El material genético que va a ser combinado viene empaquetado en unas células haploides (con un solo juego de cromosomas) llamadas gametos. Unos gametos son grandes e inmóviles y se llaman óvulos, mientras que los otros son pequeños y móviles y se llaman espermatozoides. Las hembras son los individuos que producen los óvulos y paren las crías. Los machos producen los espermatozoides. A lo largo de la evolución, los animales han ensayado y practicado diversos sistemas o maneras de determinar el sexo de los individuos. Incluso limitando nuestra atención a nuestro propio filo, el de los craniados, podemos observar sistemas distintos en acción. Muchos peces son hermafroditas simultáneos, machos y hembras al mismo tiempo, provistos de testículos y ovarios. Otros son hermafroditas sucesivos, que empiezan con un sexo determinado y luego, en etapas sucesivas de su vida, cambian de sexo, en respuesta a cambios de su entorno. En las tortugas, cocodrilos y caimanes, cada individuo tiene un único sexo, que se determina después de […]

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